Esta percepción se puede manifestar como visiones espontáneas o por medio de cartas del tarot, bola de cristal, espejos, e incluso hay muchas videntes que dicen no necesitar nada para poder adentrarse en el futuro.
Han sido pruebas controladas en las que no pueden recurrir a la lectura en frío y los resultados se pueden atribuir a la casualidad o el azar.
Aunque hay escépticos que no creen en la relación entre las constelaciones y los videntes, muchos creen en la importancia de conocer su signo para alcanzar una comprensión más profunda de su personalidad y su futuro.
La cantidad de supuestos videntes, sin serlo, que ofrecen sus servicios directamente o por medio de plataformas o empresas que comercializan dichas servicios.
De entre esos videntes destacan de forma sobresaliente Nostradamus, Baba Vanga o Edgar Cayce, pero también hay otros muy importantes y más desconocidos como Wolf Messing, que period un polaco que decía tener habilidades psíquicas del tipo de la clarividencia y la telepatía.
En el mundo griego antiguo, los videntes y otros adivinos son una forma de vida aceptada: aparecen en todo tipo de textos, desde documentos estrictamente literarios hasta documentos más históricos.
Aunque un alto precio no tiene por qué garantizar la calidad de ningún producto, en este caso una consulta con una vidente, es cierto que influye como en todos los ámbitos de la vida.
Ya que forma parte de la capacidad sensorial de la conciencia humana y que puede desarrollar según su preferencia.
Desde la psicología se han propuesto varias explicaciones al objeto de poder entender por qué algunas personas creen ser videntes o visit confían en quienes dicen serlo. Entre esas explicaciones están:
Estas dos exclamaciones no sorprendieron a Baltasar. Sus ojos de vidente se clavaron en los dos Monarcas y sonrió con indulgencia.
La simple posibilidad de saber el futuro es una opción que siempre ha fascinado a la Humanidad, el poder descubrir lo que acontecerá mañana o descubrir aquello que te deparará el tiempo es algo que llama la atención a millones de personas. Pero cuando la Ciencia analiza este fenómeno las conclusiones son mucho más desalentadoras.
Desde este punto de vista, si realmente existiesen los videntes no deberían tener inconveniente en ser examinados para que la ciencia validase de una vez por todas la legitimidad de sus habilidades extrasensoriales y el mundo entero comenzara a creer en ellos.
Dado que estas facultades son imposibles de comprobar a través del método científico, puede decirse que el vidente se las atribuye a sí mismo sin que se pueda demostrar fehacientemente la validez de su afirmación.
Son seres especiales que deben saber sobre el mundo esotérico, espiritual, situaciones de la vida en temas como: